Mr. Ballantine e hijo
Mr. Jim Beam
Mr. Johnie Walker
Mr. Marlboro
Mr. Chesterfield
Hipócrita.
(Del lat. cristiano hypocrĭta, y este del gr. ὑποκριτής).
1. adj. Que actúa con hipocresía. U. t. c. s.
No es nada personal. No tiene que ver con las brillantes píldorasque ha ido regalando al público a lo largo de los años(véase "Mägo de Oz somos una institución como AC/DC, Iron Maiden o Judas Priest"), ni por su horterismo, ni por el hecho de que use sonidos pregrabados para su batería en los conciertos del grupo que lidera, no.
Tiene que ver con que Txus ayer consideró oportuno dedicarle la mañana de ayer a esto:
Txus di Fellatio, uno que no sé quién es ni me importa, Rosario, una tía haciendo como que hace bocina y Chenoa marcando el grosor del fajo de billetes que lleva en el bolso, en la manifestación conjunta a la presentación del manifiesto La música es cultura, la música es empleo. (Fuente: elpais.com, fotografía de Luis Sevillano)
Flasback pertinente: noticia publicada en el diario veinte minutos el seis de enero de 2007:
El cantante chileno Fernando Ubiergo, ganador del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar y de la OTI, no ha aceptado las disculpas públicas que la banda española Mägo de Oz le ofreció por el plagio de su canción Cuando agosto era 21.
El viernes, el líder del grupo español, Txus di Fellatio, en declaraciones que difundió Radio Cooperativa de Santiago, se disculpó con el cantautor chileno y aseguró que el error sería enmendado en las próximas partidas de discos que salgan a la venta.
Como nos gustó, adaptamos el tema y lo titulamos 'Para ella'
Con pequeñas modificaciones y otra tonalidad, el tema fue incluido en el último disco de la banda española The Best Oz: 1988-2006 y se atribuye la autoría de la canción a Di Fellatio y el primer vocalista del conjunto, Juanma Rodríguez.
La banda española ya ha hecho constar la rectificación en su página web mediante un comunicado en el que, sin embargo, indica que en los créditos de la canción 'Para ella' que figuran en el disco 'Rarezas auténticas' no se menciona a su autor real (Ubiergo) por un "error tipográfico en la impresión (...) ajeno al grupo".
Di Fellatio aseguró que todos los derechos obtenidos por este tema serán entregados íntegramente a Fernando Ubiergo.
"De todos modos, también fue nuestro error no revisar de quién era la creación", reconoció Di Fellatio.
Una "explicación grotesca"
A pesar de las disculpas públicas, el cantante chileno reiteró a los periodistas que seguirá con las acciones legales en España.
"Me parece una explicación grotesca y, como presidente de la Sociedad de Derecho del Autor, no puedo dejar pasar este plagio, de lo contrario cómo podría defender más adelante a mis colegas", subrayó el popular artista.
"Cuando agosto era 21" es una canción que narra la historia de una adolescente que muere después de un aborto y que Ubiergo popularizó en 1978.
Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de Internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que:
A ti sí que te gusta la mierda.
A mí en cambio me gusta la música que vende miles de discos. No me gustan esos tipos bohemios, con camisas de cuadros, cantando gilipolleces que ni ellos entienden: “no voy a explicarte la letra de mi canción, es como si explicase un cuadro de arte contemporáneo. Sí, si dices que mi arte es una mierda y que TÚ también puedes hacerlo pues ponte a hacerlo.”
No, gracias. Por lo visto se me ocurren más formas de perder el tiempo que a ti.
A mí en el fondo me flipa Vetusta Morla, me gustan mucho los primeros discos que sacó Pereza, me gusta Andrés Calamaro bastante, amo a Enrique Bunbury, he bailado canciones de Spice Girls. ¿Y por qué hice todo esto? Para sobrevivir.
Ese tipo de música, que tú definirías como mierda, me ha salvado la vida.
Cuando era pequeña y buscaba referentes musicales, me tocó vivir el Wannabe y éxito de las Spice Girls. En primaria, una compañera de clase se traía el radiocassette y nos marcábamos unos temazos en el recreo. Bailábamos y atraíamos, a nuestra manera, a los niños de 9 años que sólo estaban preocupados en jugar al fútbol. Yo, como era morena con flequillo, era la sustituta de la que hacía de Spice Pija, que por entonces se llamaba Victoria Adams, así que sólo me tocaba mover el brazo (if you wanna be my lover you gotta, you gotta, you gotta) cuando mi amiga faltaba a clase para ir al ortodoncista. Así hice amigas en la más tierna infancia. Amigas que por supuesto estuvieron ahí cuando me vino la regla –de hecho fui la primera de la clase a la que le vino la regla y a la que le crecieron las tetas. Me acuerdo que yo lloraba mucho porque mis compañeros de cuarto de primaria se reían de mi sujetador de la talla 90 y mi hermana mayor me decía que no me preocupara, que cuando fuera mayor agradecería ESA DEFORMIDAD.
Y bueno, mientras me marcaba los temazos de las Spice Girls en mi colegio de monjas, en casa mi hermana mayor me taladraba con música de Los Rodríguez todo el día. Me acabó gustando la canción de Sin Documentos porque la tocaban en la verbena de mi pueblo y cuando tenía catorce años me bebí dos tragos de kalimotxo, me emborraché y allí di mi primer beso a un macarra que lo único que tenía en la vida eran granos y una moto.
Cuando los Rodríguez se separaron, empecé a seguir la carrera de Andrés Calamaro en solitario. Empecé a escuchar el Honestidad Brutal, son 37 canciones de desamor, maldita sea, la mujer de Calamaro se había largado con otro y él estaba en la mierda. Yo empecé a escuchar ese disco a los 11 años y no entendía nada. Sin embargo, cuando a los quince años mi novio me dejó por otra que sí aceptaba follar con él, comprendí gracias a ese disco lo que era el desamor y el tener que aprender a rehacer mi vida después de ese fracaso sentimental tan estrepitoso.
Y después fui probando un poco de todo: probé la cerveza, los botellines, las cañas, las claras, la cerveza con vodka, el sexo oral, el sexo hasta el final, el sexo sin condón, el vermú de grifo, el vermú de grifo rebajado con ginebra, el tabaco, los porros, la cocaína, las canciones de Enrique Bunbury, Pereza, Vetusta Morla e incluso un día fui a un concierto de Chayanne.
Y ahora, estoy aquí. Viva. Con un montón de amigos y amigas, ningún enemigo, una larga lista de amantes, de hombres que me han querido de verdad, un padre que me paga todos los caprichos que tengo, una carrera universitaria, un buen trabajo, follo cuando quiero ─y cuando no quiero también─ y ceno caliente todas las noches.
¿Acaso tú podrías decir lo mismo? ¿Acaso la música islandesa-alternativa-maniacodepresiva esa que escuchas te hace sentir bien? No me jodas. Los dos sabemos que no.
Te iría mucho mejor si hicieras como yo. Escucha a The Films. Es un grupo que ya arrasa de forma frenética en Japón, pronto lo harán en España y después lo harán en tu ipod de última generación si entras en razón.
Escuchando Oh, Scorpio, disco delicioso donde los haya, tengo la sensación de no estar malgastando mi valioso tiempo, –el valioso tiempo que me sobra al llevar una vida jodidamente feliz y dichosa– con este grupo tan genial ya que hacen música buena y fácil de tararear. La canción de Holiday es muy pegadiza, aunque te joda. Así a bote pronto podría decir que The Films hacen música parecida a Mando Diao, The Libertines, The Strokes, Arctic Monkeys y todos esos grupos que TÚ calificarías como mierda comercial porque no tienes ni puta idea. De hecho no has tenido los cojones de sentarte a escucharlos. A mí me hace feliz escuchar una y otra vez las canciones de Holiday y God Bless Your Heart una y otra vez y tú no tienes ni puta idea de lo que es la felicidad porque vives en una espiral de autodestrucción y música finlandesa. Eso sí, en cuanto la música que escuchas se haga famosa, dejarás de escucharla inmediatamente.
En otoño The Films darán conciertos por aquí y se la pasarán en furgonetas destartaladas, hoteles asquerosos y comida basura. Sí, el maravilloso mundo de tocar cada noche en una ciudad distinta de Europa que seguramente no sepan ubicar en el mapa, cuando conviertes un fregadero lleno de mierda en una lavadora, donde una lata de cerveza es un desayuno. Y tú no irás a sus conciertos porque eres mejor que toda esta música comercial y prefieres ir a conciertos de grupos que no conoce ni su puta madre donde no hay más de 10 personas en el público. Que sepas que en los conciertos de los grupos comerciales como Shakira, Vetusta Morla, Pereza, Coldplay y Miguel Bosé hay unas mil personas –tirando por lo bajo− dispuestas a pasárselo genial después del concierto mientras que después de tu concierto elitista de mierda te irás solo a casa como siempre o, como mucho, te quedarás hablando con una pareja en la puerta sobre lo mal que estuvo el concierto porque no tocaron esa versión de la versión de la versión de la canción estona que tanto te gusta escuchar en tu vinilo. Porque, casi se me olvida, que sepas que se sigue escuchando mejor en un ipod con unos buenos altavoces que en el vinilo destartalado de tu abuelo, por mucho que te empeñes ahora en recuperar los vinilos y decir que “suena mejor que el digital”.