jueves, 8 de abril de 2010

Sobre lo que te asusta


Roberto Bolaño era un hombre descuidado a la hora de titular sus obras. O quizá sea un completo desconsiderado hacia sus lectores. Hacia su lector, o lo que en este caso es lo mismo, hacia mí. Con esto no me refiero a que sus títulos no sean de mi gusto, sino a que me han puesto en una situación incómoda. Trataré de explicarme.

Imagínate que eres una señora de cincuenta años que se dispone a coger el tren que te llevará al más maloliente (pero ahorrativo) supermercado. Como diría aquel, de Corín Tellado nunca has pasado. Es temprano, y el vagón está casi lleno, por lo que decides sentarte enfrente de un chico(o una chica, no sabrías precisarlo con exactitud) que parece bastante tranquilo y que, al ver tus intenciones, se encoge ligeramente en su asiento para que puedas sentar tu ubicuo culo con toda su rotundidad.

Piensas, mientras observas de reojo, que el chico podría pasar por un peluquero. Aunque lleva el pelo parcialmente húmedo, puedes ver que no se preocupa demasiado por el, y que le oculta ambos lados de la cara, lo que conduce tu mirada un poco más abajo mientras esbozas un gesto crítico con la boca. De pronto, te das cuenta de que el chico te mira de una forma que te resulta incómoda. Quizás sea porque el libro que sujeta con las dos manos solo te deja ver sus ojos y la expresión que los rodea, de sueño mezclado con un interés desapasionado. Aunque están bastante fijos para una hora tan temprana. A esas horas, la mayoría de los viajeros ojean algún periódico gratuito o dormitan acurrucados en sus asientos. Solo entonces, molesta por la mirada del chico, te das cuenta. La portada del libro, que muestra una fotografía enmarcada de tonos morados de unas piernas de mujer alta, vestida con pantalones de cuero, jersey, cinturón ancho,pantalones de cuero y botas, tiene un título bastante perturbador: Putas asesinas.

El chico deja de ser amable, su pelo es señal de psicopatías, su mirada es la de un loco insomne. Ahora puedes verlo claramente, aún entre las legañas. Con cierta rapidez, alzas la cabeza, como si de repente las barras de sujeción fueran un descubrimiento clave para el desarrollo del ser humano, y merecieran ser objeto de meditación intensa. Te bajas en tu parada, y el chico vuelve a encogerse para que pases. Suspiras al bajar al andén, en parte por el esfuerzo que le supone a tu gigantesco culo bascular en el escalón, pero sobre todo por alivio. Putas asesinas, dice. Y que más... ¿Zorras en escabeche? Anda que...

Quizás debería crear otro grupo en Facebook sobre el tema. "Señoras que se acojonan cuando ven un libro malhablado y se van de compras" o algo así. Cosas veredes: tengo que cambiar el diseño de esta ratonera. Hacerlo más serio, menos gráfico y más periodístico. Aunque nunca me puedo resistir a la saturación chillona de algunos colores. Supongo que tengo que agradecer haber cambiado brutalmente mis referencias desde hace seis meses. Otro detalle: dos hermanas pueden tener una forma de hablar parecida, y decir “Hasta luego” exactamente igual. Ah, y puede que al final, solo un poco, me guste la primavera y Bolaño. Con su luz, con su sordidez y afición por la muerte de poetas segundones. Quién sabe. Como decía hace un rato…Es interés, riesgo y timidez.

2 comentarios:

Doxa Grey dijo...

Mira que te gusta hablar de ti mismo como si hablaras de otro. Al final terminarás siendo un Belano cualquiera (y ya entenderás de qué hablo si no ha aparecido ya por ahí rondando). Bolaño me cae bien :un muerto de hambre obsesionado con los nazis y con los poetas perdidos quizá porque él también era uno de ellos, y sinceramente prefiero haberle conocido muerto porque seguramente de otra forma no hubiera salido ni de su baúl ni de la novela de Cercas que me salvó con aquello de "fue como una película de los hermanos Marx, pero con muertos" cuando se le preguntó por el golpe de estado en Chile. A saber si fue verdad, claro.
Pero ahí están sus textos y ahí está ese Putas asesinas que no se a ti pero deja ese gusto del desaliento (y a veces esas miradas de desconcierto y de miedo, aunque Anagrama nos las está acostumbrando. Lo mejor será forrar los libros. Con terciopelo negro, a ser posible. Ya puestos...).

Pásate a los realvisceralistas, anda ;)

Anónimo dijo...

Estais atrasados de noticias. Leyendo en un papyre se ha acabdo el problema. Yo mismo estoy releyendo en el autobús dos títulos especialmente incómodos de Bukowski: "Lo que más me gusta es rascarme los sobacos" y "La máquina de follar" y tan ricamente.
saludos